¿Tienes Preguntas sobre el Análisis de Micotoxinas?

Nosotros tenemos las Respuestas.

Las micotoxinas son compuestos tóxicos producidos por ciertos mohos que pueden contaminar cultivos y productos alimenticios, representando riesgos significativos para la salud tanto de humanos como de animales.
Esta sección de preguntas frecuentes cubre lo que necesitas saber sobre las micotoxinas: desde información general sobre ellas, hasta cómo se regulan y controlan, así como los diversos métodos utilizados para su análisis. Comprender estos aspectos es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y de los piensos.

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Las micotoxinas son metabolitos secundarios producidos por hongos Existen cientos de micotoxinas, algunas de ellas son usadas como antibióticos (penicilina), otros son peligrosos para la salud humana y animal (ej. aflatoxinas) cuando son ingeridas o inhaladas. Las micotoxinas se encuentran con frecuencia en productos agrícolas (maíz, trigo, cebada, nueces, especias, frutos secos, manzanas, granos de café, etc.).

Los metabolitos secundarios son productos naturales generados principalmente por bacterias, hongos, plantas y algas, los cuales no son esenciales para el organismo o están involucrados directamente en el crecimiento, desarrollo y reproducción de los organismos. Estos metabolitos tienen varias funciones que pueden proveer ventajas al organismo ya que se producen como mecanismos de defensa, atracción, competencia o señalización.

Existen cientos de micotoxinas conocidas por la Ciencia, producidas por varias especies de hongos. Sin embargo, en materia de seguridad de alimentos y piensos, solamente un subconjunto de ellas se somete a pruebas periódicas debido a  su prevalencia y gravedad de sus impactos en la salud. Las más estudiadas y significativas micotoxinas en términos de seguridad alimentaria y salud humana y animal son:

  • Aflatoxinas (producida por especies de Aspergillus)
  • Ocratoxina A (producida por especies de Aspergillus y Penicillium)
  • Fumonisinas (producidas por especies de Fusarium)
  • Zearalenona (producidas por especies de Fusarium)
  • Tricotecenos (incluye deoxinivalenol, nivalenol, toxina T-2, y toxina HT-2, producidas por especies de Fusarium)
  • Patulina (producida por especies de Penicillium, Aspergillus, y Byssochlamys)
  • Citrinina (producida por especies de Penicillium y Aspergillus)
  • Alcaloides de cornezuelo de centeno - Ergot (producida por especies de Claviceps)

Si bien estas se encuentran entre las más importantes, es importante señalar que otras micotoxinas también pueden presentar riesgos, según la región, el clima y los tipos de cultivos o piensos involucrados. Las pruebas de rutina generalmente se centran en estas micotoxinas clave, debido a sus efectos conocidos sobre la salud, su importancia regulatoria y su prevalencia en alimentos y piensos contaminados.

Algunas micotoxinas menos discutidas, pero aun potencialmente dañinas incluyen:

  • Alternariol y Monometil eter de Alternariol (producida por especies de Alternaria): Estas toxinas frecuentemente se encuentran frutas, vegetales y granos. Estas han sido estudiadas por sus propiedades genotóxicas y mutagénicas.
  • Esterigmatocistina (producida por especies de Aspergillus): precursora de la aflatoxina, la esterigmatocistina es cancerígena y se encuentra en varios tipos de granos y otros productos vegetales.
  • Enniatinas (producidas por especies de Fusarium): son hexadepsipeptidos cíclicos que pueden tener propiedades antibióticas, pero también son consideradas tóxicas y se han encontrado en cereales y productos a base de cereales.
  • Moniliformina (producida por especies de Fusarium): se encuentra principalmente en el maíz y otros granos, Moniliformina es conocida por su toxicidad aguda, que afecta especialmente el sistema cardiovascular.
  • Ácido Ciclopiazónico (producida por especies de Aspergillus y Penicillium): esta toxina a menudo se asocia con queso y otros productos lácteos contaminados, así como con cereales y nueces. Es una neurotoxina que puede causar daño hepático y renal.
  • Ácido penicílico (producido por especies de Penicillium y Aspergillus): esta micotoxina se encuentra en varios alimentos mohosos, incluidos cereales y nueces, y es conocida por su potencial carcinógeno.
  • Gliotoxina (producida por especies de Aspergillus): conocida por sus propiedades inmunosupresoras, la gliotoxina a menudo se estudia en el contexto de su papel en las infecciones, particularmente en personas inmunodeprimidas.
  • Roquefortina C (producida por especies de Penicillium): comúnmente asociada con el queso azul, esta toxina puede ser neurotóxica y, aunque generalmente se encuentra en bajas concentraciones en los alimentos, es un motivo de preocupación en los productos con hongos.

Las micotoxinas son compuestos tóxicos producidos por ciertos tipos de hongos que pueden contaminar alimentos y piensos, planteando importantes riesgos para la salud de humanos y animales. Varios factores hacen que las micotoxinas sean peligrosas:

  • Toxicidad: Las micotoxinas pueden causar síntomas tóxicos agudos como vómitos, diarrea y dolor abdominal. La exposición crónica puede provocar daños hepáticos y renales, supresión inmunitaria y un mayor riesgo de cáncer. Algunas micotoxinas también pueden afectar el sistema nervioso, el equilibrio hormonal y el sistema reproductivo.
  • Estabilidad y Persistencia: Las micotoxinas son muy estables y pueden resistir los métodos de procesamiento de alimentos, lo que dificulta su eliminación de los productos alimenticios contaminados.
  • Prevalencia: Las micotoxinas pueden contaminar una amplia gama de productos agrícolas, incluidos cereales, nueces, especias, frutas y piensos. Pueden ingresar a la cadena alimentaria en múltiples puntos, desde la producción y recolección de cultivos hasta el almacenamiento y procesamiento.
  • Impacto en la Seguridad Alimentaria y la Economía: Los alimentos contaminados pueden provocar brotes y enfermedades transmitidas por los alimentos. Pérdidas económicas debido al rechazo de cultivos y productos, disminución de la productividad animal y el costo de las pruebas y medidas de mitigación.
  • Desafíos regulatorios: La detección y regulación de micotoxinas requiere métodos analíticos avanzados y un seguimiento constante, lo que puede requerir inversión en muchos recursos.
  • Factores ambientales: El cambio climático y las prácticas agrícolas pueden influir en el crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas, aumentando potencialmente el riesgo de contaminación. Teniendo en cuenta estos factores, el manejo de la contaminación por micotoxinas implica prácticas agrícolas estrictas, monitoreo regular y protocolos avanzados de seguridad alimentaria para minimizar la exposición y proteger la salud pública.

Las micotoxinas pueden tener una amplia gama de efectos adversos tanto en humanos como en animales, según el tipo de micotoxina, el nivel y la duración de la exposición y la susceptibilidad del individuo o especie:

Toxicidad aguda:

  • Náuseas y vómitos: las reacciones inmediatas pueden incluir malestar gastrointestinal, como náuseas, vómitos y dolor abdominal.
  • Diarrea: Algunas micotoxinas pueden provocar diarrea grave.
  • Problemas respiratorios: la inhalación de micotoxinas puede provocar problemas respiratorios, como tos, sibilancias y dificultad para respirar.
  • Reducción del consumo de alimento: los animales expuestos a micotoxinas a menudo presentan una reducción del apetito y rechazo del alimento.
  • Síntomas neurológicos: Algunas micotoxinas pueden provocar temblores, convulsiones y otros síntomas neurológicos.

Toxicidad crónica:

  • Cáncer: algunas micotoxinas (por ejemplo, las aflatoxinas) son potentes carcinógenos y pueden aumentar el riesgo de cáncer de hígado.
  • Supresión inmunológica: las micotoxinas (por ejemplo, ocratoxina A y aflatoxinas) pueden debilitar el sistema inmunológico, haciendo que las personas sean más susceptibles a las infecciones.
  • Daño renal y hepático: las micotoxinas (por ejemplo, ocratoxina A y aflatoxinas) pueden causar daños importantes al hígado y los riñones con el tiempo.
  • Neurotoxicidad: las micotoxinas (por ejemplo, fumonisinas) pueden afectar el sistema nervioso y provocar síntomas neurológicos y problemas de desarrollo.
  • Reducción del crecimiento y aumento de peso: la exposición crónica a las micotoxinas puede provocar tasas de crecimiento deficientes y un menor aumento de peso en el ganado.
  • Problemas reproductivos: algunas micotoxinas (por ejemplo, la zearalenona) pueden alterar el equilibrio hormonal y provocar problemas reproductivos, como infertilidad, abortos espontáneos y defectos de nacimiento.
  • Supresión inmunológica: la exposición a micotoxinas puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que el cuerpo sea más susceptible a infecciones y enfermedades.
  • Irritación de la piel y las membranas mucosas: El contacto directo con las micotoxinas puede provocar irritación de la piel, erupciones cutáneas y dermatitis.
  • Reducción de la producción de leche y huevos: la exposición a micotoxinas puede provocar una disminución de la producción de leche en las vacas lecheras y una reducción de la producción de huevos en las aves de corral.

El impacto general de las micotoxinas tanto en humanos como en animales puede ser grave y provocar importantes problemas de salud y pérdidas económicas. Prevenir y gestionar la contaminación por micotoxinas en alimentos y piensos es fundamental para salvaguardar la salud y garantizar la inocuidad de los alimentos.

Los cultivos pueden contaminarse con hongos y micotoxinas a través de varias vías:

Condiciones ambientales:

  • Humedad: Los altos niveles de humedad durante un inadecuado proceso de secado y almacenamiento de los cultivos, crean un ambiente ideal para el crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas.
  • Temperatura: Las temperaturas cálidas a menudo favorecen el crecimiento del hongo. Las fluctuaciones de temperatura también pueden contribuir a la condensación, aumentando los niveles de humedad.
  • Fenómenos climáticos: Las condiciones climáticas extremas, como lluvias intensas, inundaciones y sequías, pueden estresar los cultivos y hacerlos más susceptibles a la infección por hongos.

Contaminación previa a la cosecha:

  • Semillas y suelo infectados: Puede haber hongos en el suelo o en las semillas, lo que provoca infección a medida que la planta crece.
  • Daños por insectos: Los insectos pueden dañar los cultivos, creando puntos de entrada para el hongo. Algunos insectos también transportan esporas de los hongos y las transmiten a las plantas.
  • Estrés de las plantas: los cultivos sometidos a estrés debido a deficiencias de nutrientes, sequía u otros factores son más vulnerables a la infección por hongos.

Prácticas de cosecha:

  • Cosecha retrasada: Retrasar la cosecha de cultivos puede aumentar el riesgo de contaminación por hongos.
  • Daño mecánico: un manejo brusco durante la cosecha puede dañar los cultivos, haciéndolos más susceptibles a la infección por hongos.

Manejo y almacenamiento postcosecha:

  • Secado inadecuado: El secado inadecuado de los cultivos antes del almacenamiento puede dejarlos con un alto contenido de humedad, lo que provoca el crecimiento de hongos.
  • Malas condiciones de almacenamiento: Las instalaciones de almacenamiento que no están adecuadamente ventiladas, tienen alta humedad o no se limpian adecuadamente pueden facilitar la contaminación por hongos.
  • Instalaciones de almacenamiento contaminadas: Infestaciones anteriores pueden dejar esporas de hongos en las instalaciones de almacenamiento, lo que puede contaminar nuevos cultivos.

Procesamiento y Transporte:

  • Contaminación cruzada: Durante el procesamiento, los cultivos pueden contaminarse a través del contacto con equipos o superficies contaminados.
  • Condiciones de transporte inadecuadas: Las malas condiciones de transporte, como alta humedad o fluctuaciones de temperatura, pueden favorecer el crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas durante el tránsito.

Factores biológicos:

  • Microflora natural: algunos hongos están presentes de forma natural en los cultivos y pueden producir micotoxinas si las condiciones se vuelven favorables.
  • Microorganismos competitivos: la presencia de otros microorganismos puede inhibir o promover el crecimiento de mohos productores de micotoxinas.

Prevenir la contaminación por moho y micotoxinas requiere una gestión cuidadosa de las condiciones ambientales, prácticas agrícolas adecuadas, soluciones de almacenamiento eficaces y controles frecuentes durante el proceso.

Diferentes cereales pueden estar contaminados con diversas micotoxinas, cada una producida por hongos específicos. La contaminación de estos granos con micotoxinas específicas depende de varios factores, incluido el tipo de hongo presente, las condiciones ambientales y las prácticas agrícolas.

A continuación, se ofrece una descripción general de los cereales más comunes y las micotoxinas a las que son susceptibles:

  • Maíz: Aflatoxinas, Fumonisinas, DON, Zearalenona, Ocratoxina A
  • Trigo: DON, Zearalenona, Ocratoxina A, toxinas T-2 y HT-2
  • Cebada: DON, Zearalenona, Ocratoxina A, toxinas T-2 y HT-2
  • Avena: DON, Zearalenona, Ocratoxina A, toxinas T-2 y HT-2
  • Arroz: Aflatoxinas, Ocratoxina A, DON
  • Sorgo: Aflatoxinas, Fumonisinas, DON, Zearalenona
  • Centeno: DON, Zearalenona, Ocratoxina A, Ergot

Aflatoxina B1 es considerada la más peligrosa micotoxina a nivel mundial. Esta es altamente tóxica en niveles muy bajos, carcinogénica y puede causar. Es altamente tóxico en niveles muy bajos, cancerígeno y puede causar graves problemas de salud agudos y crónicos, incluido cáncer de hígado, tanto en humanos como en animales.

Dependiendo del nivel de contaminación, todas las micotoxinas pueden tener graves efectos adversos para la salud cuando se ingieren. Además, la presencia de múltiples micotoxinas puede provocar efectos sinérgicos, donde el impacto combinado es mayor que la suma de sus efectos individuales. Esto significa que la exposición simultánea a diferentes micotoxinas puede provocar resultados de salud más graves, lo que complica la evaluación de riesgos y la gestión de la contaminación por micotoxinas en alimentos y piensos.

Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que la combinación de aflatoxinas y fumonisinas puede provocar una mayor toxicidad hepática y un mayor riesgo de cáncer en comparación con cada micotoxina sola. Cuando están presentes juntas, estas micotoxinas pueden interferir entre sí en los procesos de desintoxicación del cuerpo, lo que genera niveles de toxicidad más altos e impactos más graves para la salud. El deoxinivalenol (DON) y la zearalenona se encuentran a menudo juntos en los granos de cereales y pueden interactuar para intensificar la supresión inmune y la toxicidad reproductiva.

Aflatoxinas

  • Regiones: Se encuentra predominante en regiones tropicales y subtropicales, tales como África, Sudeste asiático y Suramérica.
  • Materias primas: Maíz, maní, semillas de algodón, nueces y ciertas especias. Las aflatoxinas también se pueden encontrar en la leche y los productos lácteos, debido a que el alimento contaminado es consumido por los animales lecheros.

Tricotecenos (incluido el Deoxinivalenol)

  • Regiones: Se encuentra en regiones templadas incluida Norte America, Europa y partes de Asia
  • Materias primas: Cereales tales como trigo, cebada, avena y maíz.

Ocratoxina A

  • Regiones: Se encuentra globalmente, pero es más común en regiones templadas tales como Europa y Norte América.
  • Materias primas: Cereales (trigo, cebada, avena), café, frutos secos, vino, uvas y especias.

Fumonisinas

  • Regiones: Se encuentra comúnmente en regiones donde el maíz es un cultivo básico, tales como las Américas, África y parte de Asia.
  • Materias primas: Maíz y productos a base de maíz.

Zearalenona

  • Regiones: Se encuentra en todo el mundo, particularmente en climas templados como Europa, Norte América y partes de Asia.
  • Materias primas: Maíz, trigo, cebada, avena y otros cereales.

El cambio climático tiene un impacto significativo en la producción y distribución de micotoxinas. Las temperaturas más altas pueden acelerar las tasas de crecimiento de algunos hongos. Por ejemplo, especies como Aspergillus y Fusarium, que producen aflatoxinas y fumonisinas, prosperan en condiciones climáticas cálidas. En consecuencia, las regiones que antes eran demasiado frías para ciertos hongos productores de micotoxinas pueden volverse adecuadas a medida que aumentan las temperaturas. El crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas también están fuertemente influenciados por la humedad. El aumento de la humedad y los cambios en los patrones de precipitación pueden crear condiciones más favorables para la producción de micotoxinas. Las condiciones climáticas extremas, como sequías seguidas de tormentas, lluvias intensas e inundaciones también pueden estresar y/o dañar las plantas, haciéndolas más susceptibles a las infecciones por hongos.

Aflatoxina es un tipo de micotoxina producida por ciertos hongos de la especie Aspergillus, particularmente Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Estos hongos pueden contaminar una gran variedad de cultivos, especialmente aquellos almacenados en condiciones cálidos y húmedos. Los cultivos más comunes y de alta preocupación, afectados por las aflatoxinas incluyen el maní, el maíz, las nueces y algunas especias

Existen varios tipos de aflatoxinas, pero las más importantes en términos de toxicidad y frecuencia de aparición son las aflatoxinas B1, B2, G1 y G2. Entre ellas, la aflatoxina B1 es la más tóxica y es un potente carcinógeno, particularmente relacionado con el cáncer de hígado en humanos y animales. La exposición a las aflatoxinas puede ocurrir mediante la ingestión de alimentos contaminados, pero también puede ingresar al cuerpo por inhalación o contacto de la piel con polvos o materiales contaminados.

Los efectos de las aflatoxinas en la salud pueden variar según el nivel y la duración de la exposición. La intoxicación aguda por aflatoxinas (aflatoxicosis) puede provocar daño hepático, supresión del sistema inmunológico y, en casos graves, la muerte. La exposición crónica, incluso a niveles más bajos, se asocia con un mayor riesgo de cáncer de hígado y otros problemas de salud a largo plazo.

Debido a sus graves efectos en la salud, los niveles de aflatoxinas en los alimentos y piensos están estrictamente regulados en muchos países. Monitorear y controlar la contaminación por aflatoxinas es un aspecto crítico de la seguridad alimentaria, particularmente en regiones donde las condiciones favorecen el crecimiento de los hongos del género Aspergillus.

Para más información, visitar ¿Qué es la aflatoxina? - Romer Labs

Deoxinivalenol (DON), también conocido como vomitoxina, es un tipo de micotoxina producido por ciertas especies del género de hongos Fusarium, principalmente por Fusarium graminearum and Fusarium culmorum. Estos hongos particularmente contaminan cultivos de cereales como son trigo, cebada, avena, maíz y centeno, especialmente en regiones con condiciones de crecimiento frescas y húmedas.

El deoxinivalenol es parte de un grupo más grande de micotoxinas conocidas como tricotecenos, que son conocidos por su capacidad para inhibir la síntesis de proteínas en las células, lo que provoca diversos efectos tóxicos. Los síntomas más notables de la exposición al DON en humanos y animales incluyen náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y, en casos graves, supresión del sistema inmunológico. Razón por la cual a menudo se le llama "vomitoxina".

Aunque el DON es menos tóxico que otras micotoxinas, su presencia en los alimentos y piensos aún puede causar problemas importantes, especialmente en el ganado, donde puede provocar una reducción del consumo de pienso, un retraso del crecimiento y una menor productividad. Para los humanos, la exposición crónica a niveles bajos de DON a través de alimentos contaminados puede provocar problemas gastrointestinales y supresión inmune.

Debido a estos problemas de salud, muchos países han establecido límites regulatorios para los niveles de DON en alimentos y piensos. Monitorear y controlar la contaminación por DON es esencial para mantener la inocuidad de los alimentos y proteger tanto la salud humana como la economía agrícola.

Para más información, visitar ¿Qué es el deoxinivalenol? - Romer Labs

La ocratoxina A (OTA) es una micotoxina producida por varias especies de hongos, principalmente Aspergillus ochraceus y Penicillium verrucosum. Estos hongos pueden contaminar una amplia gama de productos alimenticios, incluidos cereales (como trigo, cebada y avena), café, frutos secos, vino, jugo de uva y ciertas especias. La contaminación suele ocurrir durante el almacenamiento, especialmente en condiciones de alta humedad y temperatura.

La ocratoxina A es particularmente preocupante debido a sus efectos nefrotóxicos, lo que significa que puede causar daño a los riñones. Además de la nefrotoxicidad, se ha demostrado que la OTA es cancerígena, inmunosupresora y teratogénica (que causa defectos en el desarrollo). La exposición crónica a niveles bajos de OTA está relacionada con un mayor riesgo de enfermedad renal, incluida una afección conocida como nefropatía endémica de los Balcanes, que prevalece en ciertas regiones de Europa.

La ocratoxina A puede acumularse en la cadena alimentaria, particularmente en productos animales como la carne y la leche, cuando el ganado consume piensos contaminados. Este potencial de bioacumulación plantea preocupaciones adicionales sobre la seguridad alimentaria.

Dados sus riesgos para la salud, los organismos reguladores de muchos países han establecido límites a los niveles permitidos de OTA en alimentos y piensos. Monitorear y controlar la contaminación por ocratoxina A es un componente clave de los programas de seguridad alimentaria, particularmente en industrias que trabajan con productos en riesgo como cereales, café, vino y frutos secos.

Para más información, visitar ¿Qué es la ocratoxina? - Romer Labs

La zearalenona (ZEA) es una micotoxina producida por varias especies de hongos del género Fusarium, en particular Fusarium graminearum, Fusarium culmorum y Fusarium crookwellense. Estos hongos comúnmente infectan cultivos de cereales como maíz, trigo, cebada, avena y sorgo, particularmente en condiciones frías y húmedas durante las temporadas de crecimiento y cosecha.

La zearalenona es conocida por sus efectos estrogénicos, lo que significa que puede imitar la hormona estrógeno en animales y humanos. Esto puede provocar problemas reproductivos, especialmente en el ganado, donde la exposición a piensos contaminados con zearalenona puede provocar síntomas como infertilidad, tasas de fertilidad reducidas, inflamación de los órganos reproductivos y ciclos reproductivos anormales. Los cerdos son especialmente sensibles a los efectos de la zearalenona, pero otros animales, incluidos el ganado vacuno y las aves de corral, también pueden verse afectados.

Si bien la zearalenona es menos tóxica que otras micotoxinas, su actividad similar a la de una hormona plantea riesgos importantes, especialmente en caso de exposición crónica. En los seres humanos, los posibles efectos sobre la salud aún se están estudiando, pero existe preocupación por el impacto a largo plazo del consumo de productos alimenticios contaminados con zearalenona, particularmente en regiones donde los niveles de exposición son más altos.

Para proteger la salud humana y animal, muchos países han establecido límites regulatorios a los niveles permitidos de zearalenona en alimentos y piensos. La vigilancia de la contaminación por zearalenona es especialmente importante en regiones propensas a infecciones por Fusarium, así como en industrias que procesan cereales y granos.

Para más información, visitar ¿Qué es la zearalenona? - Romer Labs

Las fumonisina son un grupo de micotoxinas principalmente producidas por Fusarium verticillioides and Fusarium proliferatum, hongos que comúnmente infectan el cultivo de maíz y otro tipo de cereales. La fumonisina más frecuente y tóxica es Fumonisina B1 (FB1), que suscita gran preocupación debido a sus repercusiones en la salud humana y animal.

Las fumonisinas están asociadas con varios efectos adversos para la salud:

  • Salud humana: La exposición crónica a las fumonisinas, particularmente a través del consumo de maíz contaminado, se ha relacionado con el cáncer de esófago y de hígado en humanos. Además, las fumonisinas han sido implicadas en defectos del tubo neural, que son defectos congénitos graves del cerebro y la columna vertebral, en poblaciones con un alto consumo de maíz.
  • Salud animal: En los animales, las fumonisinas pueden causar una variedad de efectos tóxicos, dependiendo de la especie. En los caballos, las fumonisinas pueden provocar leucoencefalomalacia equina (ELEM), un trastorno neurológico mortal. En los cerdos, las fumonisinas pueden causar edema pulmonar (acumulación de líquido en los pulmones), lo que provoca dificultad respiratoria y potencialmente la muerte. Otros animales, incluidas las aves de corral, también pueden sufrir tasas de crecimiento reducidas y problemas de salud debido a la exposición a las fumonisinas.

Las fumonisinas alteran la síntesis de esfingolípidos, componentes esenciales de las membranas celulares, lo que contribuye a su toxicidad. Dados los graves riesgos para la salud asociados con las fumonisinas, muchos países han establecido límites regulatorios estrictos sobre los niveles de fumonisinas en alimentos y piensos.

Monitorear y controlar la contaminación por fumonisinas es un aspecto crítico de la inocuidad de los alimentos, particularmente en regiones donde el maíz es un alimento básico. El almacenamiento adecuado, la rotación de cultivos y otras prácticas agrícolas pueden ayudar a reducir el riesgo de contaminación por fumonisinas.

Para más información, visitar ¿Qué es la fumonisina? - Romer Labs

Las toxinas T-2 y HT-2 son micotoxinas estrechamente relacionadas y pertenecen a la familia de los tricotecenos, producidas por ciertos hongos de las especies de Fusarium, particularmente Fusarium sporotrichioides y Fusarium langsethiae. Estas toxinas pueden contaminar varios cereales, incluidos el trigo, la cebada, la avena, el maíz y el centeno, especialmente en condiciones de cultivo frescas y húmedas.

Toxicidad y efectos sobre la salud:

  • Salud humana: la toxina T-2 es uno de los tricotecenos más tóxicos y la exposición puede provocar una amplia gama de efectos graves para la salud. Estos incluyen irritación de la piel, ampollas y necrosis, así como malestar gastrointestinal, supresión del sistema inmunológico y daño a la médula ósea, lo que lleva a una disminución de la producción de células sanguíneas. La toxina HT-2, un metabolito de la T-2, comparte propiedades tóxicas similares, pero generalmente se considera un poco menos potente. La exposición aguda a la toxina T-2 se ha relacionado con la aleukia tóxica alimentaria (ATA), una afección caracterizada por síntomas gastrointestinales graves, daño a la médula ósea y falla del sistema inmunológico. La exposición crónica puede aumentar el riesgo de cáncer y otros problemas de salud graves.
  • Salud animal: En el ganado, particularmente cerdos y aves de corral, las toxinas T-2 y HT-2 pueden causar una reducción en el consumo de alimento, crecimiento deficiente, supresión inmune y lesiones en el tracto gastrointestinal. La exposición crónica en animales puede provocar problemas reproductivos y una mayor susceptibilidad a las infecciones.

Dada su alta toxicidad, muchos países han establecido límites regulatorios para las toxinas T-2 y HT-2 en alimentos y piensos, especialmente en cereales y productos a base de cereales. Monitorear y controlar estas toxinas es crucial para garantizar la seguridad alimentaria, particularmente en áreas donde la contaminación por Fusarium es común.

Para reducir el riesgo de contaminación, son esenciales prácticas agrícolas efectivas como la rotación de cultivos, el almacenamiento adecuado y minimizar el daño a los cultivos. Además, a menudo se emplean técnicas de descontaminación para reducir los niveles de toxinas en los alimentos y piensos cuando se produce contaminación.

Para más información, visite ¿Qué es el T-2/HT-2? - Romer Labs 

La citrinina es una micotoxina producida por varias especies de hongo, principalmente por Penicillium citrinum, Penicillium verrucosum, y especies de Aspergillus. Esta micotoxina se aisló por primera vez del Penicillium citrinum y se encuentra comúnmente en granos almacenados, incluidos arroz, trigo, cebada y maíz, así como en algunos alimentos fermentados y ciertos tipos de queso.

Toxicidad y efectos sobre la salud:

  • Salud humana: La citrinina es conocida principalmente por sus efectos nefrotóxicos, lo que significa que puede causar daño a los riñones. Si bien es menos potente que otras micotoxinas, la exposición crónica a la citrinina aún puede plantear importantes riesgos para la salud, especialmente en poblaciones que consumen grandes cantidades de cereales o productos fermentados contaminados. También hay alguna evidencia que sugiere que la citrinina puede tener efectos genotóxicos, lo que significa que podría dañar el ADN y contribuir al riesgo de cáncer, aunque se necesita más investigación en esta área.
  • Salud animal: En los animales, la exposición a la citrinina puede provocar daño renal, tasas de crecimiento reducidas y problemas reproductivos. El ganado que consume piensos contaminados puede presentar síntomas de nefropatía, caracterizada por disfunción renal, que puede afectar la salud y la productividad en general.

Debido a sus posibles riesgos para la salud, los niveles de citrinina en alimentos y piensos se controlan y regulan en muchos países. La atención se centra especialmente en productos como cereales almacenados y alimentos fermentados, donde es más probable que se produzca contaminación por citrinina.

Para prevenir la contaminación por citrinina, son esenciales condiciones adecuadas de almacenamiento de cereales y productos alimenticios, ya que el crecimiento de hongos productores de citrinina se ve favorecido por ambientes cálidos y húmedos. Además, las prácticas agrícolas que minimizan el crecimiento de hongos durante las etapas de crecimiento y cosecha pueden ayudar a reducir el riesgo de contaminación por citrinina.

Para más información, visite ¿Qué es la citrinina? - Romer Labs

 

La patulina es una micotoxina producida por varias especies de hongos, entre los que destacan Penicillium expansum, Aspergillus y Byssochlamys. Esta micotoxina se asocia más comúnmente con frutas con hongos, particularmente manzanas y productos de manzana como jugo y sidra, pero también se puede encontrar en otras frutas como peras y uvas.

Toxicidad y efectos sobre la salud:

  • Salud humana: La patulina es conocida por su potencial para causar efectos tóxicos agudos, que afectan particularmente al sistema gastrointestinal. Los síntomas de la exposición a patulina incluyen náuseas, vómitos y trastornos gastrointestinales. Si bien la patulina se considera menos potente que otras micotoxinas, sigue siendo motivo de preocupación debido a sus posibles efectos genotóxicos, lo que significa que puede dañar el ADN y posiblemente contribuir al desarrollo del cáncer. También hay evidencia de que la patulina puede tener propiedades inmunosupresoras, lo que podría comprometer la capacidad del cuerpo para combatir infecciones.
  • Salud animal: en los animales, la exposición a la patulina puede provocar problemas gastrointestinales similares, así como supresión del sistema inmunológico. Sin embargo, los niveles de patulina que normalmente se encuentran en los alimentos contaminados son más preocupantes para la salud humana debido al menor peso corporal y a los diferentes patrones de consumo en humanos en comparación con los animales.

Debido a los riesgos potenciales para la salud asociados con la patulina, muchos países han establecido límites regulatorios a sus niveles en productos alimenticios, particularmente jugo de manzana y otros productos derivados de la manzana. Estas normas tienen como objetivo minimizar la exposición, especialmente en los niños, que son más vulnerables a los efectos de esta micotoxina.

La prevención de la contaminación con patulina implica un seguimiento cuidadoso de la calidad de la fruta durante la cosecha y el procesamiento. Las frutas dañadas o mohosas tienen más probabilidades de albergar Penicillium expansum y otros hongos que producen patulina, por lo que es esencial eliminarlos de la línea de producción. El almacenamiento y manipulación adecuados de las frutas también pueden ayudar a reducir el riesgo de contaminación con patulina en los productos alimenticios.

Para más información, visite ¿Qué es la patulina? - Romer Labs

Varias organizaciones han enumerado niveles máximos de micotoxinas en alimentos y piensos. Los más detallados y estrictos son los establecidos por la Unión Europea (UE). La UE ha publicado varias regulaciones y recomendaciones para muchas combinaciones de matrices y toxinas aplicables en la UE y para bienes que se importan a la UE.

Las toxinas reguladas son aflatoxinas (totales, B1 y M1), deoxinivalenol, fumonisinas (B1 y B2), ocratoxina A, patulina, zearalenona, citrinina,  toxina T-2/HT-2 y alcaloides del cornezuelo de centeno.

En los EE. UU., la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) establece niveles orientativos de micotoxinas en alimentos y piensos en ciertos productos (aflatoxinas, deoxinivalenol, fumonisinas, ocratoxina A, zearalenona y patulina). El Codex Alimentarius, una directriz internacional establecida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FDA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), establece estándares alimentarios internacionales y proporciona niveles máximos para las aflatoxinas totales, la aflatoxina M1, el deoxinivalenol, las fumonisinas, la ocratoxina A y la patulina.

Las regulaciones sobre micotoxinas en Asia varían según el país, pero muchos países asiáticos alinean sus regulaciones sobre micotoxinas con los estándares internacionales establecidos por la Comisión del Codex Alimentarius, lo que garantiza la coherencia en las prácticas de seguridad alimentaria. Por nombrar algunos ejemplos, las regulaciones y directrices nacionales en China las establecen la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena (AQSIQ) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de China (CFDA). Las regulaciones relacionadas con la seguridad de los alimentos y piensos en Japón son supervisadas por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar (MHLW) y la Autoridad de Normas y Seguridad Alimentaria de la India (FSSAI) es responsable en la India. También existe la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) que armoniza normas y directrices para esta región.

Las diferentes micotoxinas tienen distintos niveles en los que se vuelven peligrosas para los humanos y los animales si se ingieren. Las agencias reguladoras han establecido diferentes niveles máximos y niveles orientativos para diversas micotoxinas para garantizar la seguridad.

La Unión Europea ha establecido las regulaciones/directrices más estrictas en todo el mundo. Se han establecido umbrales para las aflatoxinas (totales, B1 y M1), deoxinivalenol, fumonisinas (B1 y B2), ocratoxina A, patulina, zearalenona, citrinina, toxina T-2/HT-2 y alcaloides del cornezuelo de centeno en los alimentos y piensos.

Otros países/regiones tienen niveles máximos diferentes y es crucial consultar las regulaciones de su región. Las agencias reguladoras como la FDA, EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y otras autoridades nacionales de seguridad alimentaria proporcionan niveles máximos/niveles orientativos, así como directrices para el manejo de productos contaminados.

Estos límites regulatorios se revisan y actualizan con frecuencia en función de nuevos datos científicos.

Para más información, visite Nuevas Regulaciones de la UE sobre Micotoxinas: Cambios Clave y Actualizaciones - Romer Labs

Las micotoxinas pueden reducirse con varias estrategias, tanto antes como después de la cosecha:

  • Cosecha estacional para prevenir el crecimiento de hongos en los cultivos.
  • Secado oportuno de los cultivos después de la cosecha para reducir rápidamente la humedad del cultivo y prevenir el crecimiento de hongos y la producción de micotoxinas.
  • Gestión adecuada del almacenamiento: instalaciones de almacenamiento limpias, baja humedad durante el almacenamiento, inspección periódica de los productos almacenados.
  • Reducción de micotoxinas en cultivos contaminados:
    • Clasificación mecánica/física
    • Enzimas para unir/degradar micotoxinas
    • Aplicar fungicidas o productos químicos en cultivos contaminados para descontaminar los cultivos.

Las pruebas rápidas de micotoxinas, como los LFD (dispositivos de flujo lateral) y los ELISA (ensayos inmunoabsorbentes ligados a enzimas), son herramientas valiosas para la detección de micotoxinas y proporcionan resultados rápidos que son adecuados para pruebas in situ y monitoreo de rutina.

Sin embargo, la precisión de estas pruebas puede verse influenciada por varios factores, lo que contribuye a la incertidumbre total de las pruebas de micotoxinas..

Factores que afectan la exactitud:

  • Muestreo: Las micotoxinas a menudo se distribuyen de manera desigual dentro de un lote, por lo que obtener una muestra representativa es crucial para obtener resultados que reflejen con precisión la concentración de micotoxinas de todo el lote. De hecho, el muestreo es una de las fuentes de variabilidad más importantes y contribuye hasta el 88% de la incertidumbre total en las pruebas de micotoxinas.
  • Preparación de la muestra: La eficiencia con la que se extraen las micotoxinas de la muestra durante la preparación puede afectar significativamente los resultados. Los procedimientos de extracción inadecuados o inconsistentes pueden llevar a una subestimación o sobreestimación de los niveles de micotoxinas.
  • Análisis: El error analítico, que ocurre durante el proceso de prueba en tiempo real (por ejemplo, en el análisis LFD, ELISA o HPLC), suele ser menor en comparación con los errores de muestreo y preparación de muestras. Los métodos analíticos modernos son generalmente precisos y han sido bien validados, lo que significa que la variabilidad introducida durante la fase analítica suele ser menos significativa. Sin embargo, aún pueden ocurrir errores analíticos, particularmente si la prueba no está calibrada adecuadamente o si el método utilizado no es adecuado para la matriz o micotoxina específica que se está analizando.

Las técnicas de muestreo adecuadas (uso de muestras representativas y bien preparadas), protocolos de prueba consistentes (protocolos de prueba estandarizados e instrucciones del fabricante) y la confirmación de los resultados con métodos de laboratorio son cruciales para la detección y el manejo confiables de las micotoxinas.

Ningún método puede considerarse el estándar de oro para todas las situaciones. ELISA y LFD (dispositivos de flujo lateral) se utilizan ampliamente por su velocidad y rentabilidad. Las pruebas de referencia (HPLC y LC-MS/MS) son más adecuadas si es necesario analizar muestras para detectar múltiples micotoxinas a la vez y en casos específicos, como matrices complejas y concentraciones de micotoxinas muy bajas.

Hay varios factores que deben considerarse antes de decidir cuál es el método de prueba de micotoxinas más apropiado.

  • Tiempo
  • Costos/Inversión
  • Espacio/Instalaciones
  • Personal

Después de considerar todos estos factores, se puede decidir cuál es el método individual más apropiado para las pruebas de micotoxinas.

Hay varios métodos para detector y calificar las micotoxinas en la muestra. Existen métodos para detector y cuantificar micotoxinas en una muestra. Estos método con principalmente categorizados dentro de pruebas rápidas y pruebas de referencia.

Pruebas rápidas:
Las pruebas rápidas son rápidas y fáciles de realizar y, a menudo, proporcionan resultados en cuestión de minutos. Estas pruebas son ampliamente utilizadas en el sitio por los trabajadores de producción y son cruciales para la seguridad de los alimentos/piensos y el monitoreo ambiental debido a su conveniencia y capacidad para proporcionar información oportuna. Los tipos comunes de pruebas rápidas incluyen:

  • LFD (Dispositivo de flujo lateral): Una prueba de diagnóstico rápida que provee resultados a través de una simple indicación visual, a menudo similar a una prueba de embarazo.
  • ELISA (Ensayo inmunoabsorbente ligado a enzima): Una prueba ampliamente utilizada que por medio del uso de anticuerpos y cambio de color identifica y cuantifica las micotoxinas en una muestra.


Pruebas de referencia:

Las pruebas de referencia implican métodos estandarizados, a menudo más exactos y precisos, realizados en un laboratorio por personal capacitado. Estos métodos se utilizan para obtener resultados validados, confirmar resultados de pruebas preliminares o proporcionar datos de referencia con los que se pueden comparar otros métodos o resultados.

Los métodos de prueba de referencia comunes incluyen:

  • HPLC (cromatografía líquida de alto rendimiento): una poderosa técnica analítica utilizada para separar, identificar y cuantificar micotoxinas en una muestra.
  • LC-MS/MS (cromatografía líquida-espectrometría de masas/espectrometría de masas): un método avanzado que combina la cromatografía líquida con la espectrometría de masas para proporcionar análisis de micotoxinas altamente sensibles y específicas.

LFD significa Dispositivos de flujo lateral. Los LFD son herramientas de diagnóstico rápidas y sencillas que se utilizan para detectar analitos diana, como las micotoxinas. Se utilizan principalmente para pruebas in situ debido a su comodidad y velocidad. Realizar estas pruebas no requiere un laboratorio ni personal de laboratorio capacitado, lo que las hace accesibles para realizar pruebas rápidas en el lugar.

ELISA significa Ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas. Es un método ampliamente utilizado para detectar y cuantificar sustancias, como micotoxinas, alérgenos y otros analitos. Las pruebas ELISA se caracterizan por su sensibilidad y eficiencia en el tiempo, ya que permiten el análisis simultáneo de múltiples muestras.

HPLC y LC-MS/MS son métodos analíticos utilizados para separar, identificar y cuantificar los componentes de una mezcla en una muestra líquida. Ambas técnicas son formas de cromatografía líquida. HPLC significa cromatografía líquida de alto rendimiento, mientras que LC-MS/MS significa cromatografía líquida-espectrometría de masas/espectrometría de masas.

En ambos métodos, se utiliza alta presión para empujar los disolventes y la muestra líquida a través de una columna llena de material adsorbente. Los diferentes componentes de la muestra interactúan de manera diferente con el material adsorbente, lo que hace que salgan de la columna en diferentes momentos. Luego, estos componentes son identificados y cuantificados por un detector.

Las columnas de limpieza son un componente crucial en las pruebas de micotoxinas. Se utilizan para purificar extractos de muestras y/o concentrar micotoxinas de extractos de muestras de alimentos y piensos complejos antes del análisis. Este paso de purificación ayuda a mejorar la precisión, sensibilidad y confiabilidad de los métodos analíticos posteriores, como HPLC, LC-MS/MS y ELISA.

Se pueden distinguir los siguientes tipos de columnas de limpieza:

  • Columnas de extracción en fase sólida (SPE): Las columnas SPE se utilizan ampliamente para la limpieza en el análisis de micotoxinas. Las columnas contienen materiales absorbentes que retienen componentes no deseados (= componentes de la matriz) en el extracto de la muestra y al mismo tiempo permiten el paso de las micotoxinas extraídas. Este proceso limpia eficazmente la muestra para su posterior cuantificación, generalmente mediante cromatografía.
  • Columnas de Inmunoafinidad (IAC): Las columnas de inmunoafinidad contienen anticuerpos específicos de determinadas micotoxinas que se van a analizar. Estos anticuerpos se unen selectivamente a las micotoxinas diana del extracto de muestra y permiten el paso de componentes no deseados (componentes de la matriz). Después de la elución, las micotoxinas unidas se liberan, lo que da como resultado un extracto de muestra que contiene solo las micotoxinas en solución, lo que permite un análisis sin interferencias, generalmente con cromatografía.

Las columnas de inmunoafinidad son muy específicas y eficaces, pero suelen ser más caras que las columnas de limpieza SPE Immunoaffinity Columns (IAC).

Los estándares internos son sustancias que se agregan a las muestras en cantidades conocidas antes del análisis. Se pueden agregar antes, durante o después del proceso de extracción. Los estándares internos sirven como punto de referencia para corregir los efectos de la matriz, mejorando así la exactitud, precisión y confiabilidad del método de cuantificación. En el análisis de micotoxinas, los estándares internos se utilizan comúnmente para una cuantificación precisa mediante cromatografía, particularmente en LC-MS/MS.

Un estándar interno debe tener las siguientes características:

  • Propiedades similares al analito.
  • Estrechas similitudes en el comportamiento de extracción y derivatizacion.
  • Comportamiento cromatográfico similar al del analito.

Los patrones marcados isotópicamente se utilizan ampliamente como patrones internos en las pruebas de micotoxinas. Estos son compuestos que son químicamente idénticos al analito objetivo pero que contienen isótopos estables de ¹³C en posiciones específicas dentro de la molécula.

Los estándares internos marcados isotópicamente con ¹³C tienen propiedades químicas idénticas a las del analito de interés, lo que significa que se comportan igual durante la cromatografía líquida, pero se pueden distinguir durante la detección por su diferencia de masa. Esto los hace ideales para corregir los efectos de la matriz en la cuantificación LC-MS/MS.

Los efectos de la matriz en las pruebas de micotoxinas se refieren a la influencia de otros componentes dentro de la muestra (la "matriz") sobre la precisión y confiabilidad de los resultados de la prueba.

La matriz incluye todo lo que hay en la muestra excepto la micotoxina que se está analizando. Los efectos de la matriz pueden interferir con la detección y cuantificación de micotoxinas, lo que podría provocar una mayor variabilidad y resultados inexactos, incluidos falsos positivos o falsos negativos.

El LOD (Límite de detección) es el más bajo número de micotoxina que puede ser detectado y diferenciado de una muestra blanco, en una matriz definida por un método de análisis.

El LOQ (Límite cuantificación) es el más bajo número de micotoxina que puede ser medido de forma cuantitativa medida con precisión y exactitud aceptable

La tasa de recuperación en las pruebas de micotoxinas y otros métodos analíticos se refiere al porcentaje de un analito que se extrae y detecta con éxito de una muestra en comparación con la cantidad/concertación conocida en la muestra. Es una medida de la eficiencia y precisión del proceso de extracción y análisis.

La tasa de recuperación (%) se calcula mediante la fórmula:

Porcentaje de recuperación Cantidad detectadaValor real* 100

Varios factores pueden afectar el porcentaje de recuperación, por ejemplo, el producto, la eficiencia de extracción y el método analítico utilizado.

El porcentaje de recuperación es un parámetro criticó en la cuantificación analítica de sustancias, entregando información acerca de la exactitud y confiabilidad del método usado, este parámetro asegura que los resultados obtenidos son válidos.

Un porcentaje de recuperación aceptable puede varias dependiendo de la tasa de recuperación aceptable puede variar dependiendo de las pautas regulatorias, la micotoxina específica que se está analizando, la matriz de la muestra y el método analítico utilizado.

La guía de la FDA para las pruebas de micotoxinas en alimentos especifica que la recuperación de micotoxinas en muestras fortificadas debe estar entre el 70% y el 120% para los métodos destinados a fines regulatorios. Estos valores se utilizan con frecuencia en las pruebas de micotoxinas.

RSD significa Desviación Estándar Relativa. Es una medida estadística que expresa la cantidad de variabilidad o dispersión en un conjunto de datos en relación con el valor medio (promedio). RSD se usa comúnmente en química analítica y otros campos científicos para evaluar la precisión o reproducibilidad de las mediciones. Matemáticamente, la RSD se calcula de la siguiente manera:

RSD = Desviación estándar Promedio*100

Una RSD baja indica que los puntos de datos están muy agrupados alrededor de la media, lo que sugiere una buena precisión. Una RSD alta significa una mayor variabilidad entre los puntos de datos, lo que generalmente significa una menor precisión o una mayor variabilidad de las mediciones.

La RSD se utiliza ampliamente en el control de calidad y la validación de métodos para evaluar la confiabilidad y consistencia de los resultados obtenidos.

Una RSD aceptable en las pruebas de micotoxinas puede variar según los requisitos reglamentarios, la micotoxina específica que se analiza y el método analítico utilizado. Generalmente se considera aceptable una RSD entre el 5 y el 10 %. Los laboratorios suelen aspirar a una RSD inferior al 10 % para demostrar la fiabilidad y reproducibilidad de sus métodos.

La precisión se refiere a qué tan cerca está una medición del valor real, mientras que la precisión se refiere a qué tan cerca están las mediciones del mismo elemento entre sí.

Exactitud y Precisión son independientes entre sí, lo que significa que es posible ser preciso pero no exacto, y también es posible ser exacto sin ser preciso. Los resultados de las pruebas de micotoxinas deben ser exactos y precisos.

Las micotoxinas se distribuyen de manera desigual entre los cultivos contaminados, lo que hace que un proceso de muestreo correcto sea crucial para obtener una muestra que represente con precisión el lote completo. Se deben tomar múltiples muestras de diferentes partes del lote (superior, media, inferior) para crear una muestra compuesta lo suficientemente grande como para ser representativa. Luego, todas las muestras recolectadas deben combinarse, mezclarse completamente y molerse antes de dividirlas en submuestras representativas para su análisis.

Dado que las micotoxinas están reguladas en concentraciones muy bajas y el proceso de muestreo es fundamental para obtener resultados de análisis precisos, la Unión Europea ha publicado regulaciones relativas al muestreo y análisis correctos de micotoxinas (Reglamento de Ejecución (UE) 2023/2782 de la Comisión). ¡Enlace!